sábado, 27 de enero de 2007

Solo la muerte puede entrar a Palacio

Pacífico manifestante pro-vida es sacado en peso de la Plaza Mayor.


Vergonzoso. Esa es una de las palabras que define lo que hace el gobierno aprista. Marco Sifuentes, autor del Útero de marita, ha dicho bien: “Alan García se ha desnudado. La marcha relámpago de hoy (viernes 26 de enero) cumplió su objetivo. A pesar de la poca asistencia, podemos hablar de un verdadero triunfo de los convocantes (la mayoría de ellos, miembros de nuestra cholósfera). Demostraron que el lema de este gobierno es: ‘A mis amigos, todo. A mis enemigos, la ley’”.

Así es señores: la gente que está en el poder nos teme. Se ponen nerviosos y se asustan cuando saben que sus ‘enemigos’ – aquellos que rechazamos la barbarie y creemos en la vida – tienen la razón. Les incomoda no tener la razón, saberse equivocados y que no a todos se les puede engañar, manipular y utilizar. ¿O de verdad alguien creyó que detrás de la insistencia por la pena de muerte está el loable objetivo de darles a los peruanos un Perú mejor para vivir? No, en realidad la seguridad de nosotros no desvela a García y sus acólitos. Es su interés personal el que está detrás de todo esto, y si tiene que aprovecharse del dolor y sufrimiento de millones de peruanos no se hace problemas. Por ello quiere un referéndum para matar terroristas y violadores, porque sabe que la población apoya esas medidas y porque sabe también que al conseguirlo tiene que denunciar la Convención de derechos humanos y, a partir de ahí, reírse de los fallos de la Corte de San José, que en un par de meses dicta sentencia por los asesinatos del sindicalista minero Saúl Cantoral y de Consuelo García, crímenes cometidos por el comando asesino – mal llamado Rodrigo Franco – que lideró Mantilla con su beneplácito.

Hay que destacar que dos policías sostuvieron un corto pero sincero diálogo, casi entre susurros, con José Alejandro Godoy, desde cuyo blog se convocó a la marcha, luego de reprimir a los manifestantes e impedirles llegar a Palacio para que los reciba, en lo que habría sido un verdadero acto de sumo valor democrático, el jefe de Estado :

– ¿Por qué a unos sí los dejaron pasar la semana pasada hasta el propio patio de Palacio y por qué a los otros los tuvieron que sacar? – les preguntó de forma adecuada José Alejandro.
– Tú sabes quién dio las órdenes, de arriba vino la cosa – le confesó uno de los efectivos.
– Tú sabes que esto es político – agregó el segundo policía.

Saquen sus conclusiones. Así fueron las cosas. La verdad que el actuar de García ya empieza a preocupar y sus decisiones en lugar de ser analizadas por el Consejo de Ministros deben ser examinadas por una junta médica. El año nuevo le trajo viejas mañas al mandatario. Ojo que recién lleva seis meses en el poder y parace creer que mientras la economía marche bien y tenga contentos a los empresarios puede hacer de las suyas. Que no se equivoque, si no pregúntenle a los 12 apóstoles de su primer gobierno.

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