Por afuera risas y ¿por dentro?
Si hay algo que quedó claro en toda esta confusa y controvertida historia por el polémico proyecto de ley chileno – ya observado – que creaba la nueva región Arica y que redefinía unilateralmente la frontera con Tacna, fue la disposición de Alan García a tragar sapos y asumir el costo político interno que podía significar el ocultamiento de este hecho con tal de no perjudicar el impulso que le había dado a las relaciones con Chile, algo que, evidentemente, Michelle Bachelet no estuvo dispuesta a hacer.
Como indica un reportaje del diario La Tercera de Chile, este tema explotó en diciembre pasado, cuando el Senado de este país aprobó el citado proyecto, elaborado por el gobierno de Ricardo Lagos en 2005, pero le introdujo un cambio que llevaba la firma de Bachelet: en el artículo uno de la norma, se indicaba que la frontera norte sería el límite con Perú “desde el Hito Nº1 hasta el Hito 80 tripartito de la frontera con Bolivia”. Esto modificaba de forma unilateral los límites con nuestro país, fijados en el tratado de 1929 en el Punto de la Concordia, a orillas del mar, y no el Hito Nº1, que está unos 220 metros mar adentro, lo que en proyección recortaba entre 19,000 m2 y 35,000 m2 de territorio tacneño.
Esto causó malestar en el Ejecutivo peruano, y se lo hizo saber a Chile de manera formal e informal, pero siempre manteniendo absoluta discreción. El 10 de enero el gobierno peruano entregó un reclamo a la Cancillería chilena por este tema, hecho que coincidió con la invitación de Bachelet a su par peruano para que viajen juntos a Quito para la asunción de Correa, pero ante el impasse fronterizo García prefirió volar solo. El gobierno chileno admitió que había sido un error involuntario introducir el cambio a la ley. Perú quería una solución rápida a esta controversia porque no sabía cuánto más podía mantener bajo la sombra este asunto. Una salida era que Bachelet vetara la norma, pero esto significaba que la presidenta se corrigiera a sí misma y, por ende, abriera una ventana para que la oposición la hiciera trizas, situación por la que no estaba dispuesta a pasar. Lo único que quedaba era que el Tribunal Constitucional (TC) de Chile observara el proyecto y lo devuelva al Congreso para su corrección. Así, el Ejecutivo chileno inició un intenso lobby en el TC y logró que objetara su proyecto. Normalmente – dice La Tercera – cuando esto pasa es una derrota para el gobierno, pero esta vez se celebró como si fuera una victoria.
Este asunto se conoció en la prensa tanto de Chile y Perú el mismo día en que se 'superó' – al menos de momento – la controversia. En realidad lo único superado fue el escándalo que se habría sucedido si el tema se hubiera conocido desde el primer día. Y es que el optimismo que el Ejecutivo peruano ha mostrado, a través del mismo García, al dar por cerrado y solucionado este tema, contrasta con lo expresado por el premier Jorge del Castillo, quien advirtió que no hay que bajar la guardia porque en Chile “hay gente capaz de cualquier barbaridad para perjudicar las relaciones bilaterales”. Y parece que el primer ministro puso las cosas en su real dimensión, porque en Santiago se asegura que la posición de su gobierno sobre los límites con el Perú no ha variado, ya que el fallo del TC se pronunció sobre cuestiones de forma y no de fondo. Incluso, se señala que existen otras leyes que confirman el uso del Hito Nº1 como punto de referencia para trazar la línea de frontera con el Perú, como la Ley de Pesca. Está también el hecho de que Chile, al firmar la Convención del Mar en 2002, estableció su definición del límite fronterizo en el hito número uno. Así, pues, la controversia por este asunto está lejos de superarse porque las diferencias están ahí y parecen irreconciliables.
El Perú, más de allá de la decisión – creo que correcta – de no estropear las relaciones con Chile, debería de una vez buscar, por los canales correspondientes y de ser necesario recurrir a la Corte de la Haya, la solución a las diferencias limítrofes existentes haciendo respetar los tratados firmados y la soberanía de nuestro país. Debería hacerlo, además, sin aspavientos pero con firmeza. Lamentablemente no será fácil, porque en ambos países hay gente demasiada interesada en que nos llevemos mal, reviviendo las heridas del pasado, impidiéndolas cicatrizar y sacando un beneficio político de todo esta situación.
Como indica un reportaje del diario La Tercera de Chile, este tema explotó en diciembre pasado, cuando el Senado de este país aprobó el citado proyecto, elaborado por el gobierno de Ricardo Lagos en 2005, pero le introdujo un cambio que llevaba la firma de Bachelet: en el artículo uno de la norma, se indicaba que la frontera norte sería el límite con Perú “desde el Hito Nº1 hasta el Hito 80 tripartito de la frontera con Bolivia”. Esto modificaba de forma unilateral los límites con nuestro país, fijados en el tratado de 1929 en el Punto de la Concordia, a orillas del mar, y no el Hito Nº1, que está unos 220 metros mar adentro, lo que en proyección recortaba entre 19,000 m2 y 35,000 m2 de territorio tacneño.
Esto causó malestar en el Ejecutivo peruano, y se lo hizo saber a Chile de manera formal e informal, pero siempre manteniendo absoluta discreción. El 10 de enero el gobierno peruano entregó un reclamo a la Cancillería chilena por este tema, hecho que coincidió con la invitación de Bachelet a su par peruano para que viajen juntos a Quito para la asunción de Correa, pero ante el impasse fronterizo García prefirió volar solo. El gobierno chileno admitió que había sido un error involuntario introducir el cambio a la ley. Perú quería una solución rápida a esta controversia porque no sabía cuánto más podía mantener bajo la sombra este asunto. Una salida era que Bachelet vetara la norma, pero esto significaba que la presidenta se corrigiera a sí misma y, por ende, abriera una ventana para que la oposición la hiciera trizas, situación por la que no estaba dispuesta a pasar. Lo único que quedaba era que el Tribunal Constitucional (TC) de Chile observara el proyecto y lo devuelva al Congreso para su corrección. Así, el Ejecutivo chileno inició un intenso lobby en el TC y logró que objetara su proyecto. Normalmente – dice La Tercera – cuando esto pasa es una derrota para el gobierno, pero esta vez se celebró como si fuera una victoria.
Este asunto se conoció en la prensa tanto de Chile y Perú el mismo día en que se 'superó' – al menos de momento – la controversia. En realidad lo único superado fue el escándalo que se habría sucedido si el tema se hubiera conocido desde el primer día. Y es que el optimismo que el Ejecutivo peruano ha mostrado, a través del mismo García, al dar por cerrado y solucionado este tema, contrasta con lo expresado por el premier Jorge del Castillo, quien advirtió que no hay que bajar la guardia porque en Chile “hay gente capaz de cualquier barbaridad para perjudicar las relaciones bilaterales”. Y parece que el primer ministro puso las cosas en su real dimensión, porque en Santiago se asegura que la posición de su gobierno sobre los límites con el Perú no ha variado, ya que el fallo del TC se pronunció sobre cuestiones de forma y no de fondo. Incluso, se señala que existen otras leyes que confirman el uso del Hito Nº1 como punto de referencia para trazar la línea de frontera con el Perú, como la Ley de Pesca. Está también el hecho de que Chile, al firmar la Convención del Mar en 2002, estableció su definición del límite fronterizo en el hito número uno. Así, pues, la controversia por este asunto está lejos de superarse porque las diferencias están ahí y parecen irreconciliables.
El Perú, más de allá de la decisión – creo que correcta – de no estropear las relaciones con Chile, debería de una vez buscar, por los canales correspondientes y de ser necesario recurrir a la Corte de la Haya, la solución a las diferencias limítrofes existentes haciendo respetar los tratados firmados y la soberanía de nuestro país. Debería hacerlo, además, sin aspavientos pero con firmeza. Lamentablemente no será fácil, porque en ambos países hay gente demasiada interesada en que nos llevemos mal, reviviendo las heridas del pasado, impidiéndolas cicatrizar y sacando un beneficio político de todo esta situación.
1 comentario:
¿Alguien puede dudar de que se vienen tiempos duros en nuestras relaciones con el enemigo ancestral y siempre renovado del Perú?, escribe hoy César Hildebrandt en su columna y añade que el desconocimiento de Chile de los límites con Perú tiene directa relacion con su carrera armamentista... como dices tu, no hay que bajar la guardia
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