Hitleriana tapa de Caretas, con Rey a la cabeza.
Es increíble que un ministro de Estado use el siguiente argumento para defender una decisión de un gobierno que se dice democrático: "Olvídense de la independencia de una institución, lo que importa es el objetivo". Rafael Rey dixit. De esta manera el titular de la Producción justificó la incorporación – y para efectos prácticos, desaparición – del Consejo Nacional de Descentralización a la Presidencia del Consejo de Ministros. Más allá de la conveniencia o no de esta decisión para el proceso de regionalización, discusión necesaria que se debe dar ampliamente, un funcionario de gobierno debe evitar este tipo de mensajes porque socavan la institucionalidad del país que, dicho sea de paso, aún no terminamos de recuperar.
No debería sorprender, empero, que Rey use argumentos de este tipo. Él siente una inquietante fascinación por prácticas antidemocráticas, como las que defendía con entusiasmo durante el fujimorismo. “El fin justifica los medios”, era la máxima que rigió los designios del país durante la década dictatorial del prófugo. Así se liquidó al senderismo, matando por sospecha, arrasando y desapareciendo familias enteras de campesinos, entrando a los penales para darles el tiro de gracia a los cabecillas senderistas. Al final, se logró el objetivo ¿verdad?. Y Rey aplaudía, aunque ahora critique las consecuencias que estamos sufriendo gracias a ese raciocinio criminal.
Parece que su quinquenio reciente de férreo opositor del toledismo fue agotador. Se cansó de ser el abanderado de las buenas prácticas gubernamentales y el cancerbero de los falsificadores de firmas. Decidió cruzar el charco, mancharse los pantalones y las manos, y estar del lado del poder. Es sin duda una posición más cómoda y conveniente. Y si para mantener esos privilegios tiene que defender la pena de muerte que su jefe quiere aplicar lo hace sin pestañear: manda de vacaciones a su consciencia y archiva sus pías y decimonónicas convicciones de cura del opus dei. “El fin justifica los medios”, si de acabar con terrucos y violadores se trata, ¿verdad Rafael?.
Rey más que ministro de algo parece vocero, defensor y ayayero de García. Las funciones propias de su trabajo como titular de la Producción son más técnicas que políticas y, por ende, desprovistas de protagonismo público, algo que parece no tolerar. Incluso da la sensación de que disfruta más que el premier Del Castillo defendiendo las decisiones del régimen. O es que acaso está buscando reacomodarse en el gabinete. Por lo demás, no le hace un gran favor al régimen ni a su propia imagen, la cual estaba asociada a la de un tipo que tenía pinta de ser un político correcto, si cabe el término dentro de la concepción que se tiene, o que la gente tiene, de la política.
No debería sorprender, empero, que Rey use argumentos de este tipo. Él siente una inquietante fascinación por prácticas antidemocráticas, como las que defendía con entusiasmo durante el fujimorismo. “El fin justifica los medios”, era la máxima que rigió los designios del país durante la década dictatorial del prófugo. Así se liquidó al senderismo, matando por sospecha, arrasando y desapareciendo familias enteras de campesinos, entrando a los penales para darles el tiro de gracia a los cabecillas senderistas. Al final, se logró el objetivo ¿verdad?. Y Rey aplaudía, aunque ahora critique las consecuencias que estamos sufriendo gracias a ese raciocinio criminal.
Parece que su quinquenio reciente de férreo opositor del toledismo fue agotador. Se cansó de ser el abanderado de las buenas prácticas gubernamentales y el cancerbero de los falsificadores de firmas. Decidió cruzar el charco, mancharse los pantalones y las manos, y estar del lado del poder. Es sin duda una posición más cómoda y conveniente. Y si para mantener esos privilegios tiene que defender la pena de muerte que su jefe quiere aplicar lo hace sin pestañear: manda de vacaciones a su consciencia y archiva sus pías y decimonónicas convicciones de cura del opus dei. “El fin justifica los medios”, si de acabar con terrucos y violadores se trata, ¿verdad Rafael?.
Rey más que ministro de algo parece vocero, defensor y ayayero de García. Las funciones propias de su trabajo como titular de la Producción son más técnicas que políticas y, por ende, desprovistas de protagonismo público, algo que parece no tolerar. Incluso da la sensación de que disfruta más que el premier Del Castillo defendiendo las decisiones del régimen. O es que acaso está buscando reacomodarse en el gabinete. Por lo demás, no le hace un gran favor al régimen ni a su propia imagen, la cual estaba asociada a la de un tipo que tenía pinta de ser un político correcto, si cabe el término dentro de la concepción que se tiene, o que la gente tiene, de la política.
- Agusto Álvarez Rodrich en Perú.21: "Pensando en borrador"
- El Ahorcado, alegato contra la pena de muerte de George Orwell.
1 comentario:
Es penoso ver al 'cura' Rey en el papel de escudero de Alan y defendiendo cosas indefendibles, y ha sido desleal con Lourdes Flores. Pero así es la política ¿no?
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