Foto: Raúl García
Esa es la interrogante que se desprende de la reiterada actitud del alcalde de Lima de negarle el ingreso a la prensa a las sesiones del Consejo Metropolitano, a las que ni siquiera asiste o si decide presidirlas – como debería – apenas se queda unos minutos para luego dejarle la posta a Marco Parra, su teniente alcalde. Y lo hace sabiendo que la Ley Orgánica de Municipalidades establece que estas reuniones son de libre acceso al público, e incluso a pesar del pedido de sus concejales, que no están de acuerdo con esta política de secretismo que practica.
Pero ya sabemos que una de las virtudes de Castañeda no es precisamente escuchar a los demás y siente aversión por la transparencia que toda administración pública debe tener. En su primera gestión hizo lo que le dio la gana con las sesiones de Consejo ante la pasividad de la prensa, más ocupada en los asuntos del gobierno nacional. Algunos medios han asumido el compromiso para que esto cambie y se le preste la atención debida a la Municipalidad de Lima. Pero Castañeda insiste con el cierrapuertas. Cree que la comuna es su casa, donde la única ley que se acata es la que él ordena.
Saben cuál es la excusa – porque ni siquiera llega a ser una justificación y menos un argumento – que da el muñeco de ventrílocuo de Castañeda, o sea, Marco Parra, para negar el ingreso a la prensa a las audiencias metropolitanas: dice que existe el temor de que algunos concejales, al ver las cámaras y los flashes, puedan desarrollar ciertas capacidades histriónicas hasta ahora desconocidas y convertir las sesiones en un ‘show mediático’ para los televidentes.
Las sesiones ‘privadas’ son las preferidas y las únicas que el alcalde parece dispuesto a realizar y así se define lo que se hace o se deja de hacer en una ciudad de 8 millones de personas. Bajo está modalidad de trabajo se adoptó, por ejemplo, la llamada Nueva Visión Urbanística de la Costa Verde, una ordenanza que recorta el espacio público de las playas de Chorrillos, Barranco, Miraflores, San Isidro, Magdalena y San Miguel, dándoles un argumento de fuerza a quienes han construido – o que quieren construir – locales privados en el malecón. Así también se discutió la novela de las revisiones técnicas y se decidió presentar, ante el Poder Judicial, un recurso de anulación del laudo arbitral de la Cámara de Comercio de Lima (CCL), que ordenaba a la comuna que iniciara el procedimiento. Las consecuencias de esta decisión las padeceremos nosotros: seguiremos teniendo un parque automotor deficiente, peligroso y contaminante; o sea, la gente seguirá muriendo en las pistas, mientras que Castañeda sigue haciendo lo que le da la gana y cobrando un sueldo – que le pagamos nosotros – por hacer eso.
Pero ya sabemos que una de las virtudes de Castañeda no es precisamente escuchar a los demás y siente aversión por la transparencia que toda administración pública debe tener. En su primera gestión hizo lo que le dio la gana con las sesiones de Consejo ante la pasividad de la prensa, más ocupada en los asuntos del gobierno nacional. Algunos medios han asumido el compromiso para que esto cambie y se le preste la atención debida a la Municipalidad de Lima. Pero Castañeda insiste con el cierrapuertas. Cree que la comuna es su casa, donde la única ley que se acata es la que él ordena.
Saben cuál es la excusa – porque ni siquiera llega a ser una justificación y menos un argumento – que da el muñeco de ventrílocuo de Castañeda, o sea, Marco Parra, para negar el ingreso a la prensa a las audiencias metropolitanas: dice que existe el temor de que algunos concejales, al ver las cámaras y los flashes, puedan desarrollar ciertas capacidades histriónicas hasta ahora desconocidas y convertir las sesiones en un ‘show mediático’ para los televidentes.
Las sesiones ‘privadas’ son las preferidas y las únicas que el alcalde parece dispuesto a realizar y así se define lo que se hace o se deja de hacer en una ciudad de 8 millones de personas. Bajo está modalidad de trabajo se adoptó, por ejemplo, la llamada Nueva Visión Urbanística de la Costa Verde, una ordenanza que recorta el espacio público de las playas de Chorrillos, Barranco, Miraflores, San Isidro, Magdalena y San Miguel, dándoles un argumento de fuerza a quienes han construido – o que quieren construir – locales privados en el malecón. Así también se discutió la novela de las revisiones técnicas y se decidió presentar, ante el Poder Judicial, un recurso de anulación del laudo arbitral de la Cámara de Comercio de Lima (CCL), que ordenaba a la comuna que iniciara el procedimiento. Las consecuencias de esta decisión las padeceremos nosotros: seguiremos teniendo un parque automotor deficiente, peligroso y contaminante; o sea, la gente seguirá muriendo en las pistas, mientras que Castañeda sigue haciendo lo que le da la gana y cobrando un sueldo – que le pagamos nosotros – por hacer eso.
1 comentario:
El señor Castañeda es un autoritario y no escucha ni siquiera a su gente más cercana. No le rinde cuentas a nadie de lo que hace en el municipio. Creo La prensa debería investigarlo ya... se sorprenderán con lo que encuentren....
Publicar un comentario