domingo, 25 de febrero de 2007

La desembarcaron

Foto: Fidel Carrillo


La salida de Pilar Mazzetti del Ministerio del Interior estaba cantada. Pero la hicieron larga, en detrimento de la propia ex ministra, quien estuvo en el limbo toda una semana y demostró una terquedad a prueba de balas – y patrulleros – para alejarse del cargo sobre el que, en la práctica, ya no tenía liderazgo ni injerencia.

Con el comunicado donde puso su cargo a disposición de García, noticia que opacó las celebraciones por el día de la Fraternidad Aprista, (sutil golpe a Mulder y compañía, que habían aportado lo suyo para debilitar aún más la situación de la ex ministra en el gabinete), Mazzetti destrabó la situación y dio el paso que el mismo mandatario no se atrevió a dar antes, quizás por no darle gusto a la prensa, que ya anunciaba el obituario de la saliente titular del Interior.

Así acabó – por fin – esta novela. Jorge del Castillo anunció el sábado que se había aceptado la renuncia Mazzetti, cuya permanencia significaba un problema político para el gobierno aprista. La ministra recibió la noticia cuando volaba hacia Arequipa a cumplir actividades del puesto que ya no le pertenecía. Pero había que seguir y no dar muestras de flaqueza. De hecho, cuando le tocó hablar sobre su salida la voz no se le entrecortó y negó haberse sentido maltratada (bueno, hasta el final fue tozuda).

En diálogo con Perú.21, Mazzetti asegura que García ni nadie la presionaron para que renuncie, y arguyó que tomó esa decisión en vista de la interpelación del Congreso por la cuestionada compra de 469 patrulleros para la Policía. Pero por la cronología de los hechos las dudas de que esto haya sido como ella dice son razonables. Recordemos que el jueves, para desmentir los rumores de su salida y demostrar que seguía al mando, dirigió un operativo de la Policía y aseguró que no se iba a ir del ministerio pese a que ciertos grupos de poder la querían fuera. También se mostró dispuesta a someterse al escrutinio del Legislativo. Un día después cambió de parecer y puso su cargo a disposición.

Con el alejamiento de Mazzetti, García se da un respiro y logra controlar, al menos por ahora, la tempestad que sacudió su gobierno en los últimos días. Pero ahora viene una prueba dura para él, pues las presiones de los dirigentes de su partido, de la Policía y de los grupos de poder – acostumbrados a los grandes negociados con el sector Interior – serán muy fuertes para colocar en ese ministerio a alguien que sirva a sus propios intereses. Cuidado, el Apra – en palabras de Mulder, sí, el que reclama más puestos en el Estado para sus ‘compañeros’ – ya tiene una terna de posibles sucesores de Mazzetti lista para ser entregada al presidente cuando este la solicite.

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