jueves, 5 de abril de 2007

¿Los últimos días del premier?

Por fuera abrazos y por dentro sablazos

Es lamentable la tozudez con que Jorge del Castillo niega una verdad enorme, probada: la participación en el gobierno aprista, desde hace seis meses por lo menos, del ex ministro fujimorista Alberto Pandolfi, uno de los personajes más visibles y cercanos a Montesinos en esa década oprobiosa, y que no solo está inhabilitado por el Congreso para ejercer cargos públicos sino que, además, estuvo preso en el 2003 por corrupción. Motivos estos más que suficientes para descalificarlo.

Pero no. Insiste Del Castillo en atribuirse esa imagen de despistado que Jorge Benavides representa tan bien cuando hace de ‘Jorgito’ en la tele. Dice que no conocía lo que el resto de los ministros sí; es decir, que Pandolfi, pese a sus antecedentes y su situación legal, venía trabajando para el Ejecutivo e hizo gestiones representándolo para conseguir préstamos de organismos multilaterales para la prevención del fenómeno de El Niño.

Incluso hay quienes piensan que cierto sector del gobierno, encabezado por Giampietri y alentado por el mismo García, le hizo ‘pisar el palito’, lo que en la jerga pelotera se conoce como ‘camita’, para desembarcarlo antes de lo previsto del cargo en medio de un escándalo mayúsculo, porque semejante error (firmar la resolución de designación de Pandolfi como director del Preven desconociendo un mandato de inhabilitación del Congreso) se paga con el degüello político.

Sin embargo y pese a que esta tesis tiene sentido, tengo mis dudas de que realmente Del Castillo, un tipo hábil y un viejo zorro de la política, totalmente opuesto al ‘Jorgito’ de la serie cómica, haya pisado el palito como dicen. No cabe, acaso, la posibilidad de que cansado y harto de las pugnas de poder y ‘acuchilladas’ de sus fraternos compañeros se haya hecho el loco con Pandolfi sabiendo que cuando el roche explotara en la prensa lo más probable es que tenga que enfrentar una interpelación y eventual censura del Congreso, lo cual le generaría un problema enorme a Alan García pues con él se tendría que ir todo su gabinete y la crisis sería inminente.

Empero, imaginar este probable escenario es bastante complicado. El gobierno aprista tendría, creo, dos formas de salvarse del estropicio: O hace, para evitar la censura, un cabildeo en el Congreso, donde además de su alianza con los fujimoristas parece tener varios topos, o releva antes a Del Castillo. Lo último parece lo más seguro para neutralizar el caos, y el premier se tomaría, sin dar el gusto a sus enemigos de renunciar, un descanso después de 9 meses de turbulencias. De cualquier forma, parece que no llega al año.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya, ya, de una vez, que manden a confeccionar un fajin de premier para el relleno Alva Castro, que seguro no nombrará a Pandolfi de nada pero sí a Mantilla, o al menos a algunos de sus allegados... Saludos

Anónimo dijo...

Bueno pibe, ya dejá de hablar sobre la cochina política y escribe sobre la vida... ja, mentira... seguí nomás, pero considera en algún momento escribir y reinventar esas historias que vos sabés.
Hablamos

Anónimo dijo...

Eso de que Jorgito estaba haciéndose el "loco" para que cuando finalmente se descubriera la "alianza" del apra con el fujimorismo, al ser cuestionado como Premier el gabinete se vendría a pique, y que en buen romance significaba nombrar un nuevo gabinete que luego tendría que pasar por un congreso desprestigiado pero ya advertido, y una ciudadanía vigilante e indignada, esa 'maquinación' es una ecuación, que, -sin duda alguna- está fuera del alcance, es ajeno a las posibilidades de una persona tan elemental que tuvo como contesta a su "maquiavélico" plan de desquite de quienes lo venían maleteando, decir que él no sabía nada..!

La explicación a este brulote no es tan sofisticada, corre paralela a los fuegos artificiales diarios que el payaso mayor nos tiene acostumbrados. Por ahí vienen los tiros.
Si no, ¿para qué levantan esas cortinas de humo que muchas veces no acertamos con su intencionalidad..? No acertamos, pero la sensación de que algo putrefacto se está cocinando nos embarga.

Los misiles tierra-tierra, como el torpedo Pandolfi, tienen la misión de destruir, desaparecer, debilitar el bunker democrático y moralizador que con tanto sacrificio tratamos de construir. Las campaña contra las ONG's, el ataque despiadado contra quienes emprendieron la cruzada moralizadora, la distracción, el hueveo, la sorna, la burla, los cuentos, la falsedad, etc, etc... apuntan en esa dirección.

Avisados estamos. .
(Cartago)