lunes, 23 de abril de 2007

El TLC en su hora decisiva

García y Bush en su segundo encuentro
desde octubre de 2006. Foto: Reuters

Alan García inició su (mini) gira por Estados Unidos, para la cual allanó el camino desde días atrás con declaraciones y actitudes absurdas y, literalmente, explosivas – como bombardear las pistas de aterrizaje clandestinas y pozas de maceración o la tolerancia cero contra el narcotráfico y el cierrapuertas a los cocaleros –, en busca de impulsar la ratificación en el Congreso estadounidense del TLC que el Perú negoció con ese país.

Pero la situación de este acuerdo, tras las sendas reuniones que tuvo García con George W. Bush y el líder demócrata Harry Reid, sigue casi invariable: es decir, con un presidente norteamericano que defiende el TLC e insta al Parlamento a aprobarlo pero que está bastante debilitado políticamente ante la oposición y desprestigiado ante la opinión pública por el estropicio en Irak, y una mayoría demócrata que tiene la sartén por el mango y está decidida a introducir “cambios cruciales” – en palabras de Reid – en aspectos laborales y ambientales del pacto negociado.

Ojo: no es que los gringos demócratas estén preocupados por los derechos laborales de los trabajadores peruanos o nuestro medioambiente. No. Lo que buscan es endurecer las políticas referidas a estos aspectos en su propio país, donde muchas empresas optan por contratar mano de obra barata y si hablamos de las transnacionales gringas – como la Nike, por citar un caso – que prefieren producir en países asiáticos (China, Taiwán, Indonesia, etc.), donde se les permite pagar sueldos de hambre y obtener ganancias exorbitantes, la cuestión se torna escandalosa. Y no hay que dejar de mencionar que Bush se ha zurrado olímpicamente en el protocolo de Kyoto sobre el cambio climático y en todo esfuerzo que se haya hecho para la conservación del medioambiente.

Si en estos momentos el TLC con EEUU está en el limbo no es porque Toledo se haya ido de boca y prometido cosas que no se iban a poder cumplir, como ahora pretenden hacernos creer los apristas, sino porque el germen demagógico y populachero que tiene García lo hizo poner en entredicho el acuerdo en plena campaña electoral, cuando se estaba en inmejorable posición para lograr la ratificación en el Capitolio, entonces dominado por los republicanos, bastante menos proteccionistas que sus pares demócratas. No hay que olvidar este punto ante un eventual fracaso (o atraso prolongado) del objetivo, porque este será de exclusiva responsabilidad del gobierno aprista.

Ahora, si no se da luz verde en el Congreso estadounidense a este acuerdo entre junio y agosto de este año no se va a poder lograr, probablemente, hasta el 2009 o el 2010, pues resulta que en noviembre del próximo año hay elecciones presidenciales en este país y va a ser imposible poner en agenda este tema hasta que la nueva administración termine por instalarse. No será sencillo, pues son procesos muy sensibles y que toman tiempo en materializarse. A Chile, por ejemplo, su TLC con EEUU le tomó 10 años desde el inicio de las negociaciones hasta concretarlo. Pero también es cierto que el Congreso de este país nunca ha rechazado los acuerdos de este tipo, como lo ha recordado hace poco el embajador James Curtis Struble.

Además, estoy convencido que el TLC será una herramienta importante para el desarrollo del país; no será lo que nos saque del atraso y subdesarrollo per se, pero sí nos dará un impulso importante. Creo también que los beneficios de este pacto comercial serán superiores a los perjuicios, pues no solo se beneficiará a los exportadores peruanos que seguirán poniendo sus productos en el mercado estadounidense, como lo vienen haciendo hasta ahora gracias al ATPDEA, sino también a los consumidores nacionales que podrán tener una oferta más amplia, variada, de calidad y a precios competitivos, pues se fomentará la competencia con el ingreso de los productos gringos. Ahora, de que generará problemas no hay dudas: algunos productos se encarecerán, como sucederá en el caso de los fármacos debido a una política de patentes que nos obliga a comprar medicamentos de marca y no genéricos por un período. Pero también es cierto que la capacidad adquisitiva de la gente, al haber más empleo e inversión, será mayor, mientras que el Estado – el principal comprador de medicamentos – deberá asegurar el acceso a estos productos de los sectores empobrecidos de la población.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Alejandro, creo que eres muy optimista en cuanto a los beneficios del TLC, porque creo que si se aprueba mucha gente se va a quedar sin trabajo pues varias pequeñas empresas desaparecerán...

Anónimo dijo...

Nada que ver antonio, los que meten ese floro son los empresarios que explotan a sus trabajadores porque le temen a la competencia y quieren seguir llenándose los bolsillos de billete.